RECORTES: La genealogía de la moral - Nietzsche

 

Prologo

Esta moderna preferencia de los filósofos por la compasión y esta moderna sobreestimación de la misma son, en efecto, algo nuevo: precisamente sobre la carencia de valor de la compasión habían estado de acuerdo hasta ahora los filósofos. Me limito a mencionar a Platón, Spinoza, La Rochefoucauld y Kant, cuatro espíritus totalmente diferentes entre sí, pero conformes en un punto: en su menosprecio de la compasión. 

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 ... hasta ahora no se ha dudado ni vacilado lo más mínimo en considerar que el «<bueno» es superior en valor a «el malvado» superior en valor en el sentido de ser favorable, útil, provechoso para el hombre como tal (incluido el futuro del hombre). ¿Qué ocurriría si la ver ad fuera lo contrario? ¿Qué ocurriría si en el "bueno" hubiese también un síntoma de retroceso...

Tratado primero

El pathos de la nobleza y de la distancia, como hemos dicho, el duradero y dominante sentimiento global y radical de una especie superior dominadora en su relación con una especie inferior, con un "abajo" -éste es el origen de la antítesis "bueno" y "malo". 

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Mucho más razonable resulta aquella teoría opuesta a ésta (no por ello es más verdadera-), que es defendida, por ejemplo, por Herbert Spencer; éste establece que el concepto "bueno" es esencialmente idéntico al concepto "útil", "conveniente", de tal modo que en los juicios "bueno" y "malo" la humanidad habría sumado y sancionado cabalmente sus inolvidadas e inolvidables experiencias acerca de lo útil-conveniente, de lo perjudicial-inconveniente. Bueno es, según esta teoría, lo que desde siempre ha demostrado ser útil: por lo cual le es lícito presentarse como "máximamente valioso", como "valioso en sí". También esta vía de explicación es falsa, como hemos dicho, pero al menos la explicación misma es en sí razonable y resulta psicológicamente sostenible.

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La rebelión de los esclavos en la moral comienza cuando el resentimiento mismo se vuelve creador y engendra valores: el resentimiento de aquellos seres a quienes les está vedada la auténtica reacción, la reacción de la acción, y que se desquitan únicamente con una venganza imaginaria.

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Justo, pues, lo contrario de lo que ocurre en el noble, quien concibe el concepto fundamental "bueno" de un modo previo y espontáneo, es decir, lo concibe a base de sí mismo, y sólo a partir de él se forma una idea de "malo"! Este "malo" (schlecht) de origen noble, y aquel "malvado" (böse), salido de la cuba cervecera del odio insaciado -el primero, una creación posterior, algo marginal, un color complementario, el segundo, en cambio, el original, el comienzo, la auténtica acción en la concepción de una moral de esclavos-, ¡cuán diferentes son estas dos palabras, "malo" (schlecht) y "malvado" (böse), que aparentemente se contraponen a un mismo concepto "bueno" (gut). Mas no se trata del mismo concepto "bueno": pregúntese, antes bien, quién es propiamente "malvado" en el sentido de la moral del resentimiento. Contestado con todo rigor: precisamente el "bueno" de la otra moral, precisamente el noble, el poderoso, el dominador, sólo que cambiado de color, interpretado y visto del revés por el ojo venenoso del resentimiento.

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Exigir de la fortaleza que no sea un querer dominar, un querer-sojuzgar, un querer-enseñorearse, una sed de enemigos y de resistencias y de triunfos, es tan absurdo como exigir de la debilidad que se exteriorice como fortaleza.

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Es decir, del mismo modo que el pueblo separa el rayo de su resplandor y concibe al segundo como un hacer, como la acción de un sujeto que se llama rayo, así la moral del pueblo separa también la fortaleza de las exteriorizaciones de la misma, como si detrás del fuerte hubiera un sustrato indiferente, que fuera dueño de exteriorizar y, también, de no exteriorizar fortaleza. Pero tal sustrato no existe; no hay ningún <<ser>> detrás del hacer, del actuar, del devenir; <<el agente>> ha sido ficticiamente añadido al hacer, el hacer es todo. En el fondo el pueblo duplica el hacer; cuando piensa que el rayo lanza un resplandor, esto equivale a un hacer-hacer: el mismo acontecimiento lo pone primero como causa y luego, una vez más, como efecto de aquélla. Los investigadores de la naturaleza no lo hacen mejor cuando dicen <<la fuerza mueve, la fuerza causa>> y cosas parecidas.

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... nada tiene de extraño el que las reprimidas y ocultamente encendidas pasiones de la venganza y del odio aprovechen en favor suyo esa creencia e incluso, en el fondo ninguna otra sostenga con mayor fervor que la de que el fuerte es libre de ser débil, y el ave de rapina, libre de ser cordero: - con ello conquistan, en efecto, para sí el derecho de imputar al ave de rapiña ser ave de rapiña... Cuando los oprimidos, los pisoteados, los violentados se dicen, movidos por la vengativa astucia propia de la impotencia: <<¡Seamos distintos de los malvados, es decir, seamos buenos! Y bueno es todo el que no violenta, el que no ofende a nadie, el que no ataca, el que no salda cuentas, el que remite la venganza a Dios, el cual se mantiene en lo oculto igual que nosotros, y evita todo lo malvado, y exige poco de la vida, lo mismo que nosotros los pacientes, los humildes, los justos>> - escuchado con frialdad y sin ninguna prevención, no significa en realidad más que lo siguiente: <<Nosotros los debiles somos desde luego débiles; conviene que no hagamos nada para lo cual no somos bastante fuertes>> - pero esta amarga realidad de los hechos, esta inteligencia de ínfimo rango, poseída incluso por los insectos (los cuales, cuando el peligro es grande, se fingen muertos para no hacer nada <<de más>>), se ha vestido, gracias a ese arte de falsificación y a esa automendacidad propias de la impotencia, con el esplendor de la virtud renunciadora, callada, expectante, como si la debilidad misma del débil -es decir, su esencia, su obrar, su entera, única, inevitable, indeleble realidad- fuese un logro voluntario, algo querido, elegido, una acción, un mérito. Por un instinto de autoconservación, de autoafirmación, en el que toda mentira suele santificarse, esa especie de hombre necesita creer en el <<sujeto>> indiferente, libre para elegir. El sujeto (o, hablando de un modo más popular, el alma) ha sido hasta ahora en la tierra el mejor dogma, tal vez por esto, que a toda la ingente muchedumbre de los mortales, a los débiles y oprimidos de toda índole, les permitía aquel sublime autoengaño de interpretar la debilidad misma como libertad, interpretar su ser-así-y-así como mérito.

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