INDIFERENCIA Y LA COHERENCIA


Recortes de la aparición de "indiferencia" y "coherencia" en la obra de Borges.

LIMITES

De estas calles que ahondan el poniente,
Una habrá (no sé cuál) que he recorrido
Ya por última vez, indiferente
Y sin Adivinarlo, sometido


DIÁLOGO SOBRE UN DIÁLOGO

A. -Distraídos en razonar la inmortalidad, habíamos dejado que anocheciera sin encender la lámpara. No nos veíamos las caras. Con una indiferencia y una dulzura más convincentes que el fervor, la voz de Macedonio Fernández repetía que el alma es inmortal. Me aseguraba que la muerte del cuerpo es del todo insignificante y que morirse tiene que ser el hecho más nulo que puede sucederle a un hombre. Yo jugaba con la navaja de Macedonio; la abría y la cerraba. Un acordeón vecino despachaba infinitamente la Cumparsita, esa pamplina consternada que les gusta a muchas personas, porque les mintieron que es vieja... Yo le propuse a Macedonio para discutir sin estorbo que nos suicidáramos,

Z (burlón). -Pero sospecho que al final no se resolvieron.

A (ya en plena mística). -Francamente no recuerdo si esa noche nos suicidamos.


LA SUPERSTICIOSA ÉTICA DEL LECTOR

Afirmo que la voluntaria emisión de esos dos o tres agrados menores -distracciones oculares de la metáfora, auditivas del ritmo y sorpresivas de la interjección o el hipérbaton-suele probarnos que la pasión del tema tratado manda en el escritor, y eso es todo. La asperidad de una frase le es tan indiferente a la genuina literatura como su suavidad. La economía prosódica no es menos forastera del arte que la caligrafía o la ortografía o la puntuación: certeza que los orígenes judiciales de la retórica y los musicales del canto nos escondieron siempre.




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