TENER HERMANO NO TIENE SENTIDO
Tener hermano no tiene un sentido intrínseco, no tiene una finalidad, quizá, porque puede ser cualquiera. Quiero decir, quien va a ser tu hermano corresponde a una frívola causalidad del universo, no está determinado quien será tu hermano, simplemente naces y te lo encuentras.
Los hermanos, sencillamente, pueden ser tanto compatibles como incompatibles, no hay porqué querer a un hermano.
Con el mío, en el inicio de nuestra
vida juntos, no nos llevábamos nada bien. Él, simplemente estorbaba;
el día a día se volvía una lucha por conseguir cualquier cosa: el mejor lugar
en la silla, el control del televisor, la posesión de la cama de mis padres, el
beneplácito de nuestros abuelitos, todo.
Sin embargo, seré honesto, yo
quería estar donde él estuviese.
Siempre se me adelantó en todo, en nada pude ganarle nunca. Desarrolló
una habilidad natural para ponerme en mi sitio. Eso sí, solo yo podía meterme
con mi hermano. Cuando alguien más se iba a meter con nosotros, era nuestro momento de unión.
Cuando crecí y me di cuenta que lo que valía la
pena como filosofía moral era intentar ser buena persona, mi hermano ya lo era hacía mucho tiempo.
Recuerdo una vez, estábamos pequeños, quizá nadie más lo
recuerde, desobedecí la orden de mamá de no caminar descalzo. Me dolieron los pies, como consecuencia, y mamá no vino para que me sirviese como aprendizaje
(así lo tengo en mi memoria, es un poco extraño porque mamá es la persona más
bondadosa con nosotros que conozco). En ese momento, apareció quién menos lo esperaba, a
quién veía como un rival, él dejó todo a un lado y me atendió.
Después, un día por allá como a los 16 años, con él ya
fuera de casa de mis papás, yo esculcando su música, me di cuenta, que solo me interesaba escuchar la que él tenía guardada en su dormitorio.
Me di cuenta que mi hermano no era un rival, que por el contrario, siempre había querido ser como él. Quisiera
o no, él, había marcado cada uno de mis gustos, cada expectativa, cada visión
del mundo, todo estaba guiado por su influencia.
El verraco se había
convertido en una suerte de maestro guía, de coaching. Lenta e
imperceptiblemente me había enseñado todo lo importante.
Si me pidiesen
definir técnicamente a mi hermano en una frase, tendría que decir que: “es un ser, producto de la
causalidad cósmica, que me ha guiado desinteresadamente por la vida”, qué grandes lecciones me ha dado.
Mi agradecimiento es vitalicio pero, definitivamente, hay unos
días en los que sé que debería decírselo más, hoy es uno de esos.
Podrá no tener un sentido en sí mismo contar con un hermano,
pero el mío se encargó de dárselo. Con qué gran personaje me tocó compartir la
existencia.
Infinitas gracias, Andrés!
Infinitas gracias, Andrés!
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